La verdad es que no estaba planeado de esta forma. No así. No ahora. Pero después de todo, cuando llegué a este país la idea inicial era quedarme 3 meses y aún hoy estoy aquí. A veces simplemente el destino te empuja a hacer cosas que no tenías planeadas.
En este caso los planes sí existían y estaban previstos a medio plazo, pero por motivos personales, profesionales y externos, todo se adelantó inesperadamente. Y en esas estamos ahora, a poco más de un mes de dejar República Dominicana.
Vuelvo a Europa. Vuelvo a "casa", al menos en parte. La fecha de mi billete: 10 de Septiembre, destino: Madrid. Será una agradable escala de unas semanas antes de dirigirme a mi destino final. Allí emprenderé una nueva aventura como expatriada (sí, otra vez).
Y de nuevo me invaden esos sentimientos de incertidumbre, de estrés, de sentirse pequeño, casi recién nacido. Y aunque pueda sonar aterrador (quizás un poco sí lo sea), lo cierto es que cada vez me resulta más estimulante cambiar de lugar y empezar de nuevo. Tampoco estoy sugiriendo que vaya a ser una nómada toda mi vida, pero en la búsqueda de un lugar definitivo (que quizás termine siendo el lugar del que provengo), he encontrado en vivir fuera la mejor escuela para la vida que podría esperar y una de las experiencias más interesantes que he vivido jamás.
Y es que con esos sentimientos de respeto y miedo a lo desconocido, está la curiosidad, las ganas de descubrir algo nuevo, las ganas de superarse a sí mismo, la determinación de aprovechar nuevas oportunidades... E incluso, de encontrar cierta autoconfirmación:
"¿Y empezar de cero? ¿Estoy loca?" - ¿Qué tiene de malo? ¿A qué le temes?
"¿Encontrar un trabajo, no será difícil?" - Muchos otros lo hicieron antes que yo, ¿porqué yo no?
"¿Hablar otro idioma?" - No será tan difícil como cuando tenía que hablar en alemán.
"¿Que no conozco gente?" - Lo harás, como lo has hecho siempre.
"¿Que está lejos de casa?" - República Dominicana está bastante más lejos, eso no es nada.
"¿Qué es difícil?" - Ya lo hice antes, ¡y con menos experiencia que ahora!
Esto no significa que me vaya librar de los momentos de preocupación, de nostalgia, de desesperación, de frustración, de soledad (muy típicas cuando vives fuera)... Más aún cuando las cosas han cambiado desde la última vez. En mi maleta, además de mis enseres, llevo el peso de mi nueva pequeña familia, esa que formamos dos personas y un cuatropatas y que en estos dos años aquí ya se han vuelto parte indivisible de mi existencia. Sin duda, la responsabilidad de hacer las cosas bien es mayor que nunca. Pero confío que después de algunas dificultades y bastantes preocupaciones (que ya anticipo, porque siempre suceden), todo termine con final feliz (como siempre suele suceder también...) y pronto podamos asentarnos juntos en nuestro nuevo hogar.
Mientras ese momento llega, disfrutaré estas últimas semanas de los encantos y el maravilloso sol de República Dominicana, que sin duda echaré mucho en falta en mi próximo destino...
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